Su
pasatiempo favorito consistía en coger su pequeña cámara y fotografiar todo lo que NO estaba a la vista, lo que se ocultaba en la distancia o en
la oscuridad. Nadie veía nada de
eso en sus fotos. Tan sólo imágenes
oscuras sin ningún detalle.
Ella
se desesperaba ¿No
veis ahí un fantasma? ¿Y
esas criaturas deambulando por Marte? ¿Y
a Isa mirando por la ventana de la
ISS?
Estás
loca, solían contestarle.
Un día llegó a casa aterrada; sin dar explicaciones
a nadie metió sus escasas posesiones en una mochila
y se fue con la misma cara de terror que tendría alguien a
quien persiguiese el mismísimo diablo.
Nunca
más se supo de ella. Muchos años después alguien encontró su cámara. Al ver la última foto tomada lo entendió todo. Los
demás también
entendieron.
Allí se veía, esta vez de una forma clarísima, a Dios. Y parecía enfadado.
Muy enfadado
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